El viernes pasado, un apagón tecnológico mundial sacudió el mundo digitalizado, afectando vuelos, bancos, hospitales y medios de comunicación.
La causa raíz fue una fallida actualización de software emitida por la empresa de ciberseguridad CrowdStrike, que impactó las computadoras con Microsoft Windows. Aunque no se trató de un hackeo o ciberataque, la situación dejó al descubierto la vulnerabilidad de una infraestructura centralizada que depende de unos pocos proveedores.
En los aeropuertos de Estados Unidos, Europa y Asia, las largas filas se volvieron la norma, ya que las aerolíneas perdieron acceso a los servicios de registro y reservas. Los hospitales también se vieron afectados, cancelando cirugías no urgentes y teniendo dificultades con los sistemas de citas. Además, varias cadenas de televisión estadounidenses no pudieron emitir noticias locales a primera hora del viernes.
Ciaran Martin, profesor de la Escuela de Gobierno Blavatnik de la Universidad de Oxford y exdirector del Centro Nacional de Ciberseguridad británico, señaló que este incidente es un recordatorio incómodo de la fragilidad de la infraestructura central de internet. James Bore, experto en ciberseguridad, advirtió que la interrupción podría tener consecuencias mortales, ya que los sistemas críticos confían en el mismo software. Cuando las cosas salen mal a gran escala, como en este caso, los efectos pueden ser devastadores.
En resumen, este apagón tecnológico mundial nos recuerda la importancia de diversificar y fortalecer nuestra infraestructura digital para evitar situaciones similares en el futuro.